miércoles, 30 de marzo de 2011

Percibir el sabor del aire

Percibir el sabor del aire es como amarte,
tanteando a ciegas para lograr atrapar tu corazón.
Sintiendo el ímpetu de querer saborear el ambiente,
cuando solo podemos percibir de manera pobre los susurros de algún condimento.

Yo quiero percibir el gusto del aire,
atrapar aquél bouqué de inspiraciones,
ya sea un sabor amargo o dulce,
al menos sentir que no vago a ojos cerrados por la ciudad.

jueves, 24 de marzo de 2011

Medicina

La que antes fui era preciosa,
sonreía por todo y caminaba cadenciosamente,
coqueteaba y parecía delicada,
y sobre todo,
amaba desde muy adentro, con el alma.

Me convertí en un despojo de lo que era,
oscura, fría, poco considerada.
No sé en qué momento comencé
a preferir la soledad.

Solo sé que el corazón me late demasiado lento,
poco arrebatado,
quizás con miedo a amar otra vez.

Pero tú...
Tú llegas y provocas el derretimiento de mis miedos,
cosechas anhelos con tus acarameladas palabras,
siento que todo el pasado desvanece,
entre tibios anhelos intermitentes.

Quiero tenerte,
besarte,
mirarte a los ojos...
Con este sentimiento infantil que me lleva a temblar
cada vez que pronuncias mi nombre.

domingo, 13 de marzo de 2011

Lo simple

Lo simple es tu sonrisa,
no seductora,
no tentadora,
tampoco cínica,
no,
tú sonrisa simple es la más atrayente,
esa que:
nace, brilla, muere,
ante mis ojos.
Sin más intenciones que el reflejo natural
de tus músculos contrayéndose por inercia de la emoción.
No hay nada más simple,
que la simpleza de lo que no se controla;
como tu sonrisa desprovista de intenciones, sino que, cargada de emociones.

jueves, 3 de marzo de 2011

Confesiones a las 23:50 AM

No quiero que estos versos sean tristes,
menos resentidos,
tampoco pesimistas,
ni demasiado alentadores.

Estas letras son el resultado del vómito del alma,
incierta y temblorosa,
que habita bajo la carne.

Si tengo que ponerte un nombre
te llamaría misterio
porque no hay respuestas claras,
ni tampoco sosiego.

Solo sé que eres de terciopelo,
te abunda la sonrisa,
careces de secretos,
eres lo que deseo.

No hay más sinceras palabras que éstas:
te añoro...
De donde vengas te recibiré
hasta con mis piernas abiertas.

Y si llegas temprano,
toca la puerta varias veces,
no sea que te confunda
con limosneros o predicadores.

¿Eres tú una predicadora más?
Ya no quiero que me oculten nada,
porque desde antes de mi nacimiento
las cosas se cubrían y adornaban.


Me han mentido y ocultado,
(para mí el mayor pecado)
apaleado y resucitado,
para luego masacrado.

Y ya que estamos en condiciones claras,
yo tampoco soy ni seré una santa,
la boca la tengo partida de decir tantos "adios"
y las manos algo secas de ya no acariciar.

Pero si vienes tú yo haré una excepción,
te voy a acariciar y no me despediré,
¡Cómo podría hacerlo!
te he esperado toda mi vida.

Así que no me ocultes nada
(ni por mi bien)
que si me mientes
ya no te recibiré.

No habrán caricias,
no habran palabras de miel,
ni tampoco paciencia
mucho menos perdón.

Tengo poco que ofrecer,
pero si eres tú,
sabrás agradecer.