viernes, 28 de septiembre de 2012

1.31 AM

El desvarío sexual me lleva a la imagen sublime de tu espalda cóncava.
Tu piel se ofrecía extensa y tibia. Daban ganas de dejarte mordidas por todos lados.
La desesperación por terminar de devorarte me quitó el sueño algunas noches.

Aún recuerdo cuando te pensaba,
antes de atrevernos a tocarnos,
y ya soñaba con esa animalidad tuya.
Es que no puedo evitar derretirme si me toman violéntamente.
No necesito la dulzura de una caricia,
eso déjalo para cuando estemos en público,
pero en la intimidad yo anhelaba tu mano,
suave, pequeña, tierna mano,
que me rompiera en trillones de pedacitos
para colarme por los poros de la tierra.

Soñaba con tu beso,
y podía adivinar tu aliento tibio
en la oscuridad de mi cuarto
donde me tocaba ansiosamente
con mis manos que morían por ser tus manos.

Todo el mundo era dulce,
dulce y púrpura.
Quizás nunca vuelva a tocar a otra mujer,
porque en ti ya las toqué a todas.

Pequeñas cosas nos emocionaron,
como cuando nuestras reglas se coordinaron.
Ningún hombre podría entender aquella conexión.
Pero jamás intentaría explicarla,
para él ya es demasiado complicado mi pasado
y mi
incierto
futuro.






jueves, 27 de septiembre de 2012

1.41 AM

Trato de hilvanar sentimientos más o menos coherentes,
pero recuerdo que el sentir está completamente alejado
del sol Apolíneo racional.

Si fuera más bohemia
probablemente ahora tendría cáncer pulmonar.
No es, tampoco, que busque desesperadamente una vida bonita,
solo un poco más de tranquilidad.

Si para ti,
las amigas,
son las que te dicen que sí a todo,
allá tú con quien te quieras juntar.

Los que es yo,
me quedaré conforme,
con mi aburrida rutina
que me da sanidad mental.

Prefiero eso,
a los desvaríos emocionales
que te agotan.

Sus brazos me esperan abiertos,
fragantes, no de perfume,
sino que de piel.
Ese perturbador aroma que incita hambres ancestrales.

Poco me importa la presencia o ausencia entre tus piernas,
como leí por ahí,
quizás soy pansexual.



sábado, 15 de septiembre de 2012

3.33 PM

caíste.
Te veo los ojos y hay en ellos un dolor tremendo,
la angustia terrible,
de lo que no puedes manejar.

Ya no hay vuelta atrás.
Mi boca será la cárcel de tus pasiones,
y el licor nuestra bencina que prenderá motores.

No intentes olvidarme,
ya no podrás.
Ahora que mi mano te ha marcado la mejilla,
pasaste a ser de mi propiedad.


martes, 11 de septiembre de 2012

12.54 AM

Hoy cuando partí
había en mí cierta nostalgia y desesperación.
Luego de haberte besado los labios,
con tanta ternura y a la vez desafío,
arremetió en mi corazón un gritito leve
y desgarrador
que ahora provoca el escozor de mi garganta.

Me senté con los ojos perdidos en el metro,
tres hombres se movieron alrededor mío buscando mi atención.
El primero era muy joven, entre 18 a 20 años.
Se paró frente a mí con actitud jovial y cierta coquetería juvenil en sus mirada.
El segundo, de unos 25 años, apareció dos estaciones después con una actitud diligente. Se sentó a mi lado y procuró escuchar música, mientras con curiosidad miraba de reojo mi perfil.
 El tercero entró con el segundo, de unos 35 años, se sentó cerca de mí y buscó mi mirada descaradamente a través de la ventana.

Yo me hice la misteriosa mientras rememoraba el encuentro anterior: tu voz, tu boca, tus ojos, tu piel, tu olor...
Saqué de mi bolso un chocolate blanco (no me gustan) y lo comí con cierta inocencia infantil impropia para mi edad. Los tres me miraron con atención.
Deslicé mi mirada por la oscuridad de la ciudad que se asomaba como un mar negro plagado de algas y chispas ambarinas. La nostalgia se transformó en una titilante melodía de tristeza...

El chocolate me supo exquisito en la boca.
Los tres hombres también parecieron disfrutarlo.

Volvía mi mente a ti cada cierto instante,
y tu nombre se volvía como una sustancia espesa e impalpable que no podía quedarse quieta en sílabas legibles o coherentes. Si tan solo pudiera decir tu nombre...
El tacto de tu mano aún reposa cálido en mi cintura, la fuerza de tu abrazo aún oprime mi pecho. Siempre me abrazas con la angustia terrible de no sabernos concretos, del miedo al futuro, de los pies que se despegan del suelo...
Estar contigo es un duelo constante con la lógica.

Me bajé en la estación correspondiente a mi destino.
Los tres hombres me siguieron con la mirada, yo deslicé mis pasos con una inquietud lenta y sensual, moviendo mi cadera de forma estratégica por el andén. Cuando el tren comenzó a moverse dediqué una melancólica mirada al primer hombre, y dejé en el espacio una estela persistente de niña perdida. Estoy segura que lo que queda de esta noche cada uno de ellos recordará la melancolía de mi mirada, e intentarán evocarme en caricias torpes y audaces que jamás podrán equipararme.

Tú, por favor...

No me hables jamás así,
con el tono burlón de quien trata de ubicar a otra persona en su verdadera posición.
Yo debería ser la estrella distante más brillante de tu cielo,
y no el cometa ambarino en que me has convertido.






12.27 AM

Atrápame muy fuerte,
más fuerte, cariño.
Mira que tengo un par de piernas un poco coquetas,
de la mano de una cadera amplia y redondeada,
que se contornea coqueta al bajar las escaleras.

Debes ser rápido,
despierto,
galante,
caballero.

¿Crees que tengo paciencia de sobra?
Cariño, si no eres lo que quiero,
con una sonrisa y una mirada insinuante
conseguiré lo que deseo.

No me vengas con arrebatos
hirientes
ni actitudes desafiantes.
Si no me tratas como seda
buscaré manos más gentiles.

Hoy en el metro,
tres pares de ojos se fijaron en mí con insistencia,
yo sonreí suavemente,
acaricié mi cabello,
retoqué mi carmín.
Cariño, si eres lento
alguien más podría venir
y robar tu destino.

No es que no me guste estar entre tus brazos,
pero los juegos de niños déjalos para la coquetería,
que si no te paras bien en la tierra,
el viento te llevará a lejanas praderas.
Sin mí,
sin mi beso que te tienta y desespera.

Si yo te lo dí,
bien puedo quitártelo.
Quizás me duela el corazón,
pero ya no estoy para indecisiones.

¿Te imaginas sin mis besos de cereza,
sin mi mano que acaricia insistente tu cuello,
sin mi voz dulce,
sin mi risa?

Ahora,
¿Te lo imaginas?




domingo, 9 de septiembre de 2012

22.24 PM

tus manos grandes
abarcan más
que solamente mi cuerpo.

Tocas espacios
lejanos,
y entibias
fríos vientos.