Hoy, en mi soledad, le hablo al hijo que nunca tuve.
Lo observo en diferentes rincones de mi casa,
e inevitablemente
me parece fuera de lugar.
No es un niño pequeño,
Mi visión no debe tener
más de doce años.
Por alguna razón
lleva una pelota de fútbol bajo el brazo,
su mirada ansiosa espera algo
que intuyo
pero,
me distraigo en su figura cliché.
Me pregunto si lo veré crecer…
¿Será mi hijo multiversal?
Sin embargo,
mis gatos le ignoran.
Grave,
mis gatos,
jamás harían eso con un hijo mío.