¿Qué has hecho tú para volverme enferma de esta manera?
¿Cómo te atreves a mirarme de esa forma?
Esa sonrisa es más de lo que puedo soportar.
Y mientras tecleo de manera desesperada, y a veces nerviosa,
Presiento el hecho de que jamás me corresponderás.
A mí, alguien tan lejano a ti.
Tengo tantos anhelos amarrados a tus labios de algodón.
Ansío con fuerza animalesca la tersura de tus manos, en mis manos.
¡Dulce criatura, dulce!
De ti yo jamás me cansaría, a ti te entregaría mis noches ciegas, mis mañanas peligrosas,
Porque cada instante que te tengo cerca, se vuelve un suplicio incómodo.
¡Porque quiero tocarte, quiero!
Entonces, para calmar esta sed tan sofocante que tengo de ti,
Cierro los ojos y sueño que llegas a mi cama.
Y cuando no puedo soñarte, entonces despierto y escribo.
No tiene nombre, como casi todo lo que escribo, son como hijos paridos a la luz de la calle, sin padres aparentes.
Cuando estas al alcance de mi mano,
cuando esta quiere estirarse y tocarte...
Me retengo en un suspiro ahogado, mientras mi mano retrocede y yo me clavo las uñas.
Es aquel un angustioso y delicioso dolor.
Entonces se vuelve maravilloso perderme en la curvatura preciosa de tus pestañas, en el delineado exuberante de tu boca.
Todo se vuelve de almíbar y tibiesa, sólo si
tú estas cerca.
Y por favor, no sonrías de esa manera, no te atrevas a mirarme. Porque es un dulce suplicio el de tanto anhelarte.
Y ahora que el frío del día me devuelve la calma,
Pienso en lo desesperante que es no tener la virtud de aquel.
Y no te acerques demasiado, si fuera tú, temería de mí.
No sabes lo que podría suceder, no tienes idea de lo que yo puedo hacer.
Aunque no pretendo enredarte, no deseo tampoco olvidarte. Dejémoslo en que me regalarás un mechón de tu cabello.
Así con su perfume pagarás la deuda que tienes con
migo, por hacerme sentir así.
Este es de hace unos meses atrás, como siempre, la musa es la misma persona.
¿Esta foto?
Yo, cuando tenía sonrisa de enamorada. Ahora me parece que hace mil años no sonrío de esa manera. Jajá