Te perdiste tanto en mi pasado, que ya ni siquiera puedo rescatarte a través de estas letras. Trato de tomarte la mano y te resbalas de ellas. Pienso que me gustaría definir tu rostro pero se difumina en la niebla espesa de mi memoria.
No es que ahora seas necesario, no, nunca lo fuiste tangiblemente. Pero como te había añorado mi alma hambrienta. Te amé tan profundamente que te inventé todo un traje e incluso un corcel de príncipe.
Ya apenas recuerdo detalles… Me gustaría en verdad poder atrapar tu figura que ronda moribunda en este tren que es mi vida… Quisiera haber sido más valiente como para robarte un beso. Lo más hermoso que me entregaste fue cuando un día dijiste mi nombre.
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