domingo, 28 de octubre de 2012

El misterio

En la mañana
te dediqué
dos
(orgasmos).

Ambos deliciosos,
pero el segundo
un poco más
escandaloso.

El primero fue en mi cama,
con la grácil ayuda de mis
incansables
dedos.
El segundo fue en la ducha
con la siempre confiable
presión del agua.

 Me encanta
sentirte a través
de mí misma,
en recuerdos
de dolorosa
erección.

Tus besos quejumbrosos,
algo ansiosos,
a veces brutales,
me encienden.

Quiero recordarte
(y recordanos)
siempre
como ayer:
yo entre tus brazos,
retorcida,
levemente expuesta,
con un misterio entre las piernas
que tú
te mueres por descubrir. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

7.40 AM

Tú sabes que yo soy coqueta,
comprendes esa veta algo sensual
y
caliente
que me surge a veces como un manantial
que parecía haberse extinguido.

Por eso comprendo,
te juro que lo entiendo,
cuando se te arrebatan los celos.
Cuando tus ojos se abren demasiado ante lo que te digo,
cuando me mantienes encerrada,
muy firme,
entre tus brazos.

Siento que tienes el miedo,
un miedo insistente e insidioso,
de que si me quitas la vista de encima
va a venir alguien,
¡qué persona más entrometida!,
y me robará de ti.

Me sientes como un animalito
instintivo.
Quizás lo sea.
En mí no hay maldad,
y como te decía ayer:
soy tan simple que la gente se complica conmigo. 

lunes, 15 de octubre de 2012

Excusas

Algo que me gusta de nosotros,
es que no solo somos apasionados amantes,
sino que,
delirantes amigos.

La complicidad que se forma entre nosotros,
suprime al mundo.
Todo es una excusa para nosotros,
la gente, los amigos, las fiestas, feriados,
almuerzos, cines, helados, los tecitos y los cafecitos,
el aire,
la vida...
Todo es una gigantesca excusa para encontrarnos.

 

domingo, 7 de octubre de 2012

Voladas

Estoy drogada...
Drogada y expuesta a las sensaciones que quieran cautivarme.
Cierro los ojos y experimento la risa de los demás.
Una pareja se besa en el pasillo de al lado,
yo soy él y ella al mismo tiempo.
Soy la dureza de él en los pantalones,
soy la humedad que la incomoda levemente.
Luego vuelvo a mi sitio.
Vuelvo a ser yo.

El gato amarillo se pasea graciosamente por entre los comensales.
Un hombre descomunal y horrible lo llama a mauillidos.
Una risa grotesca apremia por exponerse.
Me controlo.
Miro al muchacho sin rumbo,
ese que me exaspera las hormonas
y me fijo en que él también controla la risa.
Me conecto a su mente,
y pese a existir algunas puertas cerradas,
sigo caminando para encontrar habitaciones con mi nombre.

No me beses en los labios.
Deja la lengua guardada en tu boca.
No pongas esa mirada suplicante.
La gente mira,
y yo drogada me pongo paranoica.




lunes, 1 de octubre de 2012