El amor vuelve a las personas seres algo inútiles ante las
emociones.
Ahora me doy
cuenta de lo vulnerable que me he vuelto,
y no me gusta...
No me gusta.
Del miedo
paso a
la tristeza,
y, de ella,
llego
a
la rabia.
De esa rabia que
parece un lago
inquieto
que no me permite
estar de pie ni
sentada
y solo caminar,
pensando,
analizando,
buscando,
aquello que me
perturba,
de lo que creo ver
pistas,
para luego fallar,
una y otra vez,
desfallecer
en los brazos
de la
incertidumbre.
Estoy hecha
de heladas,
y hoy, por primera vez,
me he dado cuenta que
no quiero perder
mi timón.
No quiero girar en
torno a ti,
como un planeta
errante
carente
de objetivos.
Me perturba no reconocerme,
mirarme al espejo
y encontrar a esta
nueva yo,
manchada de miedos e inseguridades
que no sé de dónde provienen
pero que han llegado para devorarme.
Y sigo inquieta,
lago tormentoso,
esperando,
y ya no quiero esperar,
sino ser,
ser y no depender
de tus palabras.