En esta ciudad que me abre sus piernas para que yo, simple mortal, me encamine por los pliegues de su sexo, para que beba de los jugos aquellos, los restos de la violación que ha sufrido, una y mil veces, por seres que la han creado. Porque, querámoslo o no, quienes nos hieren son los que nos conforman como identidades, si yo soy así, fríahurañamalgenio, fue porque tú me violaste.
Y es tan hermosa esta ciudad... Tan manchada y herida, la miro por las mañanas cuando voy a la universidad, veo a la mujer que pide plata cercano al paradero final de la 205, veo las marcas de vómitos y aveces, sangre. También, llego a avenida Providencia, con sus gentes empapeladas de trajes, son ellos, otros violadores, se llenan la boca de palabras infieles.
¡Hay, estos personajes! somos tantos los que manchamos el asfalto y sus remedos de parques... Pero yo amo a la ciudad, así, manchada y violada como está, ¿Acaso hay entidad más compleja? ella que nos lleva a nosotros como microorganismos que nos alimentamos de ella, tan delicioso elixir nos provee, incapaz soy yo de dejarla, más sólo quiero admirarla en soledad, filtrarme en los pliegues maravillosos y tibios de su sexo, beber aquella materia intocable que han dejado los que la hemos violado, y fundirme... Fundirme en su interior mismo, hasta volverme yo, otra ciudad igual de violada.
Y es tan hermosa esta ciudad... Tan manchada y herida, la miro por las mañanas cuando voy a la universidad, veo a la mujer que pide plata cercano al paradero final de la 205, veo las marcas de vómitos y aveces, sangre. También, llego a avenida Providencia, con sus gentes empapeladas de trajes, son ellos, otros violadores, se llenan la boca de palabras infieles.
¡Hay, estos personajes! somos tantos los que manchamos el asfalto y sus remedos de parques... Pero yo amo a la ciudad, así, manchada y violada como está, ¿Acaso hay entidad más compleja? ella que nos lleva a nosotros como microorganismos que nos alimentamos de ella, tan delicioso elixir nos provee, incapaz soy yo de dejarla, más sólo quiero admirarla en soledad, filtrarme en los pliegues maravillosos y tibios de su sexo, beber aquella materia intocable que han dejado los que la hemos violado, y fundirme... Fundirme en su interior mismo, hasta volverme yo, otra ciudad igual de violada.