En un momento, me abrazaste con más fuerza que yo.
En ése instante tu lengua, como una serpiente, ahondó en mi boca.
Me sorprendí un poco, pero tampoco me detuve.
Caigo, caigo y caí
Boca femenina… Barbilla suave como piel de durazno…
Caigo, caigo y caí.
Ya no importa nada, nada más que el dulce aroma del perfume que envuelve el lugar.
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