Recuerdo lágrimas en tus ojos,
Ojos rojos, boca temblorosa, manos empuñadas…
También, recuerdo aquel beso, ése, donde no pude soportarlo más y comencé a llorar.
Tú aferraste mi nuca, tú me aferraste a ti como si yo fuera un salvavidas.
Luego, manos que se entrelazaron, susurros que quemaron…
Ahora: no vales nada.
Ahora comprendo porque cuando caminábamos era yo la que nos guiaba,
Yo te llevaba.
Tú, debías tener la cara llena de vergüenza como para atraparme y caminar adelante de mí.
Infame…
Eres la mejor definición de doble estándar.
Tú… Que me decías que me amabas… Ahora, comprendo que no fui los únicos oídos que escucharon aquellas palabras.
Pido perdón a toda la humanidad, pido perdón a cada aliento que utilicé para decir que eras el hombre perfecto.
Pido perdón a la mujer que fue mi guardaespaldas,
Pido perdón a las amigas que tuvieron que oír alabanzas para ti.
Y también, me pido perdón a mi misma por haberme creído un cuento tan bonito.
¿Tú y yo? Ahora me rio.
Ahora, más que nuca, refuerzo mi identidad.
Ahora más que nunca miraré curvas, miraré delicadeza…
Lo tosco ya jamás me va a atraer…
No lo digo como venganza,
Lo digo porque fuiste el punto a parte.
Ahora, otra historia se tejerá.
Labios suaves, me esperan.
Si ya te caíste tú, ya nadie podrá levantarse para mí. Fui tan engañada por ti, que jamás podré volver a confiar en un hombre. Al menos, no como mujer.
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