martes, 4 de enero de 2011

18.59

Para ti no hay primavera,
lo más tibio que podrías sentir en mí sería el otoño,
ambarino y de hojas húmedas,
húmedas como los ojos que siempre piden más.

Tienes sed,
yo soy desierto
no hay oasis en ninguna parte de mis piernas.

No hay necesidad de caminar tanto,
no habrá nada en el final,
ni beso, quizás un abrazo, pero nunca un beso,
nunca más.

Así que espera nada:
nada es lo que hay.

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