jueves, 24 de marzo de 2011

Medicina

La que antes fui era preciosa,
sonreía por todo y caminaba cadenciosamente,
coqueteaba y parecía delicada,
y sobre todo,
amaba desde muy adentro, con el alma.

Me convertí en un despojo de lo que era,
oscura, fría, poco considerada.
No sé en qué momento comencé
a preferir la soledad.

Solo sé que el corazón me late demasiado lento,
poco arrebatado,
quizás con miedo a amar otra vez.

Pero tú...
Tú llegas y provocas el derretimiento de mis miedos,
cosechas anhelos con tus acarameladas palabras,
siento que todo el pasado desvanece,
entre tibios anhelos intermitentes.

Quiero tenerte,
besarte,
mirarte a los ojos...
Con este sentimiento infantil que me lleva a temblar
cada vez que pronuncias mi nombre.

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