sábado, 23 de abril de 2011

Las costras que me pican en la noche

No me había dado cuenta,
pero cuando desperté noté que había alejado de mi vida a todas las personas que más había amado.

Ahora ando vagabunda,
buscando tejados tibios y alimento para el alma.

Se siente un poco el hastío de la soledad,
quiero desfallecer en brazos que me quieran sostener.
Tengo miedo y hambre,
frío y nostalgia de otoño.

Estoy asustada de seguir así,
como un gato roñoso y poco atractivo,
por más que me arregle por fuera,
sé que por dentro estoy desecha.

No hay carreras bajo la lluvia y los faroles almibarados,
no hay cerveza y cigarros bien conversados,
no hay improvisación y locura,
no hay dolor de estómago enamorado.

Sigo asustada, tan tarde, en la noche,
cuando mi alma me susurra como única culpable:
"Tú los hechaste, tú los traicionaste"

La ciudad ya no me parece tan tentadora,
la cerveza es más amarga que antes, he dejado de fumar...
Ya no hay razón para hacer y sentir de ésa forma,
sin los que eché, no hay razón para más.

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