jueves, 26 de abril de 2012

Cuerpo sin alma

A veces haces tan buen trabajo
que me dan ganas de sonreirte.

Me dan ganas de hablarte
de mil estupideces que
no vienen para nada al caso
de verte renacido.

Quizás prometerte que
seré buena,
que me olvidaré de mis vicios
y mis pecados,
por ti.

A veces, como hoy,
haces tan buen trabajo
que me engañas con esa cara tuya
que se le parece tanto.

Me dan ganas de mirarte,
infinitamente,
y perderme en incongruentes
relámpagos de pasado
y emoción.

Pero si te miro dos veces,
a veces tres,
vuelvo a la realidad
de tu carcasa
malgastada por el tiempo
y la memoria.

Y me dan ganas de decirte:

- ¡Qué buen trabajo señor suplente!, siga así y quizás lo asciendan.

Pero luego recuerdo que tu trabajo
no tiene un puesto mayor,
para mí está cerrado
ese rincón que el difunto
ocupó.

Jamás te dejaría manchar su asiento,
donde reinó tantos, y a la vez, tan pocos
años.

Eres un suplente
es-pec-ta-cu-lar.
porque
haces un show maravilloso
donde todos te creen
y donde se han olvidado
del difunto.

Yo no soy tan fácil de convencer como los otros.
Para mí no hay artificios
que me borren de la memoria al difunto.
Tú jamás,
aunque le robaste el cuerpo,
podrás proclamarte soberano
del alma frágil de una niña,
que no tenía cabida para un amor
tan fuerte.
que la convirtió en un ser
tan poco dado
a la sentimentalidad.

No confundir,
por favor,
con sensibilidad.

Así que,
siga así señor suplente,
hace un buen trabajo.
Lo reconozco.
Pero jamás piense
que podrá terminar de engañarme.
Aunque me encandila a veces,
porque es inevitable,
usted se le parece,
pero si hablamos de almas,
tú estás vacío.

 

domingo, 8 de abril de 2012

Días que ya están atrás

Amo la ciudad fría,
esa que te absorbe entre sus calles
grises
y de sequía helada.

¿Recuerdas
esos pasajes
brumosos
y de faroles ambarinos?

Yo recuerdo
tu perfume,
mi risa,
la complicidad,
los sabores de la comida
de la calle.

Esas calles
siempre tan vacías
para nosotras.

El mundo se abría a nuestros pies,
incansables.
Caminar
era el deporte
que fortificó
nuestro amor.

Ahora,
estos días
aparecen para remecerme,
y
para hacerme sentir
una idiota,
que se prepara
para días
que ya están
atrás.

domingo, 1 de abril de 2012

11.19 PM

Estoy inconclusa, inacabada, pobre de alma…

Me miro al espejo y retuerzo mi espalda para ver si la imagen que me trae de vuelta el vidrio podría ser más misericordiosa con mi autoestima.

Sigo vacua, suspensiva… Expectante ante mi finalización.

Quiero un cigarrillo disfrutado ante una brisa helada que me devuelva la conciencia de la vida herida, pero recuerdo que no quiero sentir mi garganta resentida a la media hora después…

Quiero beber tanto chardonnay que pierda la memoria, pero no quiero al otro día que me duela la cabeza…

¿Por qué cada placer impone un sacrificio?

Yo quiero devorarme el mundo y no cargar con la culpa de haberlo hecho. Quiero extinguirme en las calles de invierno y evaporarme con el sol matutino, para rodear el todo y ser el todo. Sin culpas, por pura naturaleza.