A veces haces tan buen trabajo
que me dan ganas de sonreirte.
Me dan ganas de hablarte
de mil estupideces que
no vienen para nada al caso
de verte renacido.
Quizás prometerte que
seré buena,
que me olvidaré de mis vicios
y mis pecados,
por ti.
A veces, como hoy,
haces tan buen trabajo
que me engañas con esa cara tuya
que se le parece tanto.
Me dan ganas de mirarte,
infinitamente,
y perderme en incongruentes
relámpagos de pasado
y emoción.
Pero si te miro dos veces,
a veces tres,
vuelvo a la realidad
de tu carcasa
malgastada por el tiempo
y la memoria.
Y me dan ganas de decirte:
- ¡Qué buen trabajo señor suplente!, siga así y quizás lo asciendan.
Pero luego recuerdo que tu trabajo
no tiene un puesto mayor,
para mí está cerrado
ese rincón que el difunto
ocupó.
Jamás te dejaría manchar su asiento,
donde reinó tantos, y a la vez, tan pocos
años.
Eres un suplente
es-pec-ta-cu-lar.
porque
haces un show maravilloso
donde todos te creen
y donde se han olvidado
del difunto.
Yo no soy tan fácil de convencer como los otros.
Para mí no hay artificios
que me borren de la memoria al difunto.
Tú jamás,
aunque le robaste el cuerpo,
podrás proclamarte soberano
del alma frágil de una niña,
que no tenía cabida para un amor
tan fuerte.
que la convirtió en un ser
tan poco dado
a la sentimentalidad.
No confundir,
por favor,
con sensibilidad.
Así que,
siga así señor suplente,
hace un buen trabajo.
Lo reconozco.
Pero jamás piense
que podrá terminar de engañarme.
Aunque me encandila a veces,
porque es inevitable,
usted se le parece,
pero si hablamos de almas,
tú estás vacío.
que me dan ganas de sonreirte.
Me dan ganas de hablarte
de mil estupideces que
no vienen para nada al caso
de verte renacido.
Quizás prometerte que
seré buena,
que me olvidaré de mis vicios
y mis pecados,
por ti.
A veces, como hoy,
haces tan buen trabajo
que me engañas con esa cara tuya
que se le parece tanto.
Me dan ganas de mirarte,
infinitamente,
y perderme en incongruentes
relámpagos de pasado
y emoción.
Pero si te miro dos veces,
a veces tres,
vuelvo a la realidad
de tu carcasa
malgastada por el tiempo
y la memoria.
Y me dan ganas de decirte:
- ¡Qué buen trabajo señor suplente!, siga así y quizás lo asciendan.
Pero luego recuerdo que tu trabajo
no tiene un puesto mayor,
para mí está cerrado
ese rincón que el difunto
ocupó.
Jamás te dejaría manchar su asiento,
donde reinó tantos, y a la vez, tan pocos
años.
Eres un suplente
es-pec-ta-cu-lar.
porque
haces un show maravilloso
donde todos te creen
y donde se han olvidado
del difunto.
Yo no soy tan fácil de convencer como los otros.
Para mí no hay artificios
que me borren de la memoria al difunto.
Tú jamás,
aunque le robaste el cuerpo,
podrás proclamarte soberano
del alma frágil de una niña,
que no tenía cabida para un amor
tan fuerte.
que la convirtió en un ser
tan poco dado
a la sentimentalidad.
No confundir,
por favor,
con sensibilidad.
Así que,
siga así señor suplente,
hace un buen trabajo.
Lo reconozco.
Pero jamás piense
que podrá terminar de engañarme.
Aunque me encandila a veces,
porque es inevitable,
usted se le parece,
pero si hablamos de almas,
tú estás vacío.
1 comentario:
'Pero si te miro dos veces,
a veces tres,
vuelvo a la realidad
de tu carcasa
malgastada por el tiempo
y la memoria.'
Me encantó esa parte :) saludos
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