viernes, 24 de enero de 2014

23.00

Contigo
no tengo
límites.

Pareciera
que estuviera
amerced
de tus actos.

Si alguien te mira
me arremeten
los celos.

Cuando eso sucede,
primero te odio,
arrebatada,
para luego,
más consciente,
querer echarme en tu pecho
y llorar
los siete mares.

Nunca lo he hecho,
pero pretendo
un día
golpearte
de frente
con la tristeza
más grande
que pudieras ver en mí.

Si me vieras así,
destrozada,
¿me amarías más?

Quizás
solo quiera
tocarte el alma
de cualquier forma,
con todos los artilugios
que se me puedan
ocurrir.

Paciencia

¿Por qué te atreves a hacerme sentir horrorosa?
¿Por qué me disparas
palabras grotescas
con tu lengua venenosa?

Y yo,
que disfruto con el aroma y la textura
de mi cabello,
me encierro
en mi auto-tristeza.

¿Por qué tengo que ser tan
insegura
por ti?

¿Por qué siempre
me disparas
un golpe
bajo?

Siempre he creído
que debo agradarte,
complacerte.

¿Te sentirías agradada,
complacida,
si te cuento
que
no recuerdo
cuando
comenzaron
mis desórdenes
alimenticios?

¿Si te confiezo eso
te sentirías
orgullosa?

Quizás
qué
más
me pedirías.

Nunca es suficiente
para ti.

Mi piel,
no te parece bella.
Mi peso,
no es el
apropiado.
Mis manos,
no son
lo suficientemente
tersas.
Mis pestañas,
jamás serán
perfectamente crespas.
Mi ropa,
jamás
será de tu gusto.
Mi lenguaje,
te parece
vulgar.
Mis dientes,
nunca son blancos.
Mi voz,
quizás muy gruesa.
Mi altura,
insuficiente.
Mi perfume,
barato.
Mi caminar,
encorvado
mi paciencia:
se agota. 

Te impones en mí
como la entrometida
de tu madre.
Te estás
parienciédole
tanto
que
me pareces
despreciable.

Quieres controlar:
lo que como,
lo que pienso,
lo que quiero,
mi dinero,
mi relación,
mi desesperación.

¿Y aún así me preguntas por qué te grito?

Deberías estar agradecida que no te golpeo. 


martes, 21 de enero de 2014

Detenerse

Antes de hablarte
me detengo.
Porque no quiero parecer
la estúpida insistente
que siempre te busca.

Tengo un orgullo
que mantener
y un resquemor
que protejo.

Pareciera que
la vida es un ir y venir
de personas.
¡Cómo me gustaría
que te hubieras quedado!

Pero ahora
que pienso que me gustaría hablarte,
recuerdo
que no sabría qué decirte.



domingo, 12 de enero de 2014

18.10

Te amo con una dulzura tibia.
El "felices por siempre"
sabemos es poco probable.
Pero a tu lado
quizás me lo creo un poco.

La que vivía rápidamente
fue aburriéndose
de todo.
Y hoy
está
la calma sublime
de tus brazos.

Quizás así es el amor,
transforma a la gente
en las personas
que nunca creyeron
que podían ser.