Me miró con ojos tristes. Noté que se volvía más ojerosa, mas ahumada, más augusta en su hablar. Se contenía un poco, sabía que tenía que elegir las palabras con pinzas, porque ciertas frases estaban vetadas, podían hacerla llorar.
- Ya sabes, tenemos que hablarlo.
- ¡Y qué quieres saber! ¡Perra, perra, perra!
Su odio era culminante, pero me fascinaba. Algo tienen las palabras fuertes que logran cautivarme. Todo su cuerpo temblaba, sus labios apretados denotaban la furia de sus palabras acusantes, entonces yo era la perra, y ella con sus labios y con su lengua, me condenaba.
- ¿Tú, me dices perra? Entonces, te lo agradezco.
Me miró extrañada, confundida de mis palabras dictadas casi con honorabilidad.
- ¿Eres una maldita sádica?
Preguntó, ¡Cuánta razón! Que clara tenía ella mi forma de ser… Sádica, que hermosa palabra que escucho y que logra estremecerme. ¿Acaso no hay realidad y verdad en el dolor? No hay nada más sincero que una lágrima con pena, que un grito con furia… Nada más verídico que una marca de colilla de cigarro apagada en un muslo.
- Sí, lo soy… Por eso estoy contigo.
Me miró de frente, a punto de golpear mi mejilla con una bofetada. Me temblaron las piernas, ¡Golpéame por favor!
Pero no me golpeó, aquello me dolió más, me sentí traicionada.
- No puedo seguir lastimándote por capricho tuyo.
- ¡No, no es eso mi amor!
- No, ¡Cállate! Escúchame alguna vez en tu jodida vida pendeja de mierda, no continuaré en esto. ¿Sabes por qué? Bueno, muy sencillo querida, golpearte no me produce placer.
- ¡Puedo cambiar! ¡Quédate!
- Ya madura.
Se fue dando un gran portazo. Aquel portazo me quedó como un beso de despedida. Incluso a veces, cuando la extraño, entro a mi pieza dando grandes trancos y sello con un portazo descomunal, es fantástico porque, me transformo en ella, y me golpeo frente al espejo para ver mi rostro algo magullado de su amor ausente, ¿Estarás golpeando a alguien más, amor mío? ¡Qué ojalá no sea así! Únicamente yo, merezco y debo ser golpeada por ti.
3 comentarios:
:0
....
No puedes decir, después de ese texto, que no tienes algo de sádica.
Todos tenemos.
Chancha:
mira mi mensaje de amor para ustedes en mi blog (L)
Lo que duele suele ser adictivo, en incontables expresiones...
El amor, la pena, la nostalgia, en fin. Lo de la protagonista no es más que entender esa dependencia mordaz
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