También, quiero que escondas todas ésas curvas pendencieras.
Ahora. Quiero mantener este aire frío para contigo. Sí, y disimular el estremecimiento que provoca tu mano en mi nuca.
Tal vez, podría huir de tu mirada de ciervo. Aunque, si tuviera la fuerza, ya lo habría hecho.
Perdóname si no te he puesto suficiente atención, discúlpame si hago oídos sordos a tu dulce voz. Pero, sé que jamás podré retener entre mis manos la materia de tu delicada existencia. Jamás podré atrapar el espíritu de tus ojos tiernos. Entonces, la desdicha se vuelve cólera, y tengo q ignorarte para sanarme un poco.
Tu graciosa figura vaga rauda por mis pensamientos. Te envuelves de tul mientras tu risa se repite como un eco. Te desprendes de lo humano y te vuelve divina. Entre mis dedos, siempre serás una diosa.
Sentada con tu té en la mano. Miras hacia la ventana y tu mirada se pierde donde los autos se vuelven hormigas.
La calle es infinita, tus labios semi-abiertos responden al susurro de tu mente… Sí, tararea la canción que siempre te estremece, aquella que le da un sentido a tus pasos cuando vas por el centro tan apresurada.
¿Recuerdas la última vez que sonreíste?
¿Recuerdas la última vez que te sonrojaste por amor?
Miras algunos rostros conocidos, pasan corriendo por tu memoria frágil y soñadora.
Si pudiera tocarte el alma, escogería mejor, llegar hasta la médula de tus huesos… Así, encontraría en la materia de tus movimientos, la señal que no eres capaz de decir con tu voz.
Tus ojos se cierran, tienes sueño…
Mejor, ríndete al idilio de la sonrisa que te conquistó.
La foto? Rodolfo Valentino. El primer latin lover del cine. Cuando vi aquella imagen, me sentí como un hombre que te recuerda. Así, con esa mirada profunda y sospechosa, incapaz de hablar sobre la profundidad de su corazón, orgulloso con el pecho inchado y la espalda arqueada. Sí, como un hombre que te recuerda.
Si pudiésemos practicar cada paso en la vida, sabríamos en qué momento avanzar y cuando detenernos un instante antes de llorar. Si por mero capricho o tal vez por ponerse el parche antes de la herida, le pidiésemos al ser amado el actuar el momento en que termine el amor… Aquel fatídico instante en que las manos se sueltan y comienzan a avanzar por rumbos diferentes… Si hubiéramos ensayado nuestro adiós, yo quizás no habría llorado tanto. Pero la vida se encausa de aquellos momentos en que los lazos se rompen, sin previo aviso, sin tiempo para pensar en lo que ya se dijo… Ahí, cuando las manos que se acariciaron, se sueltan, es cuando la vida da un giro de ruleta para cambiar el destino de cada ser. Para siempre. Entonces… Los amantes que quisieron estar juntos, no lo están. Porque tomaron decisiones que los separaron, y que hacen que ellos siguiesen sus vidas tal cual… Como si jamás si hubiesen conocido. …Porque mirar el pasado es como verlo a través de un espejo empolvado, en el cual se tienen difusos recuerdos…
Le hago honores a tu boca, no así a tu conciencia.
Le rindo pleitesía a tus manos suaves y siempre tibias, no así a tu trastocada razón.
Le rindo culto a la forma de tu lengua, no así a las palabras que salieron de ella.
Le ofrezco tesoros al corazón que por ti palpitó, no así a los ojos que se cerraron ante tu indecisión.
Es que cuando se ama de una forma tan sosegada, ¿cómo olvidar?
Parece la condena de los que no duermen, el recorrer las noches con la mirada nublada del recuerdo antier.
Ahora me quedan estas tremendas ganas de escribirte, de decirte por todo lo que he pasado desde la vez en que vi tu espalda, cuando partías de mi lado.
Te contaría las continuaciones de las historias que dejé a medio terminar, te narraría el por qué de mi humor negro. Contaríamos uno a uno los pecados que he guardado bajo el brazo como si fueran un morral. Y desmenuzaría en tus oídos la naturaleza de mis necesidades tibias de hoy.
Te relataría, por ejemplo, de aquella vez cuando besé a un tipo que había dejado de querer. Que lo besé para sacar las ganas que revolotean como un volcán, aparentemente, inactivo. También, si la confianza se diera en desmedida, te narraría cuando apareció ella.
Quizás te revelaría el código de mis sueños, del hambre del espíritu que no se llena.
Y si fuésemos los de antes, caeríamos enamorados otra vez en los brazos del otro. Yo, embrujada por el manto negro de tu cabello, tú, ansioso por la forma sensual de mis labios.
Pero, no somos los que se amaron.
Tu espalda que se alejaba fue el punto a parte. Las puertas cerrándose, fue el cierre del libro.
Entonces, como no somos los de antes, no nos veremos y jamás sabrás sobre los secretos que me alejan de mi familia. Nunca entenderás la terrible angustia de conocer los caprichos moralistas de mi madre. Nunca imaginarás las bocas que he besado…
La fotografía? Es la imagen de un cuadro de Dalí. Después de la muerte de Lorca, su fantasma siguió al pintor silenciosamente, apareciendo, entre sus óleos. Sea como sea, hay fantasmas que no se olvida n.
Cuando era pequeña me gustaban los hombres rubios.
Rubios y con los ojos verdes, como si esperase al príncipe azul.
Era muy católica y mi familia y los amigos siempre fueron lo primero.
Se podría decir que era feliz.
Luego, el rey de reyes se tiró al piso. Su indomable capa de honor y belleza se manchó de vergüenza y engaño.
Entonces desperté del sueño del que las niñas no deben despertar.
Yo desperté de golpe, como si Dios me hubiera tirado un escupitajo al rostro y se hubiera reído de mis aspecto.
Sí, si yo hubiera sido Dios también me hubiera reído.
¡Cómica yo y todo lo que he amado!
Todo se mancha de barro y engaño…
Ya quisiera conocer a alguien que jamás haya pronunciado una mentira ni dañado a alguien que le amase…
Yo lo he hecho. ¡Cuánto dañé e injurié a quienes me amaron!
Pero si no lo hacía, jamás me habría sanado.
Cuando alguien nos apuñala, nosotros tomamos ese puñal y lo levantamos en contra de algunos inocentes, castigamos al puro por los errores del insano.
Insano amor que me dejaste el corazón manchado de sexo y sangre…
Ahora tengo las manos agrietadas por tratar de atraparte.
El rey de reyes volvió del embrujo al que había caído cuando viajó a Sodoma…
Pero la princesa estaba ya muy crecida como para caber en su regazo.
Así que la niña se quitó el vestido de tul rosado y deshizo el peinado de bucles.
Se cortó el cabello muy corto y lo tiñó oscuro, se vistió de príncipe y montó a caballo con las piernas abiertas, sin temor del qué dirán, porque su rey de reyes ya había ensuciado bastante el apellido.
Y se hizo fuerte y soberbia. Se mancho del mismo barro que usaban los cerdos. No había más que trabajar la tierra que el rey de reyes había deshonrado, con el espíritu virilizado levantó el reino devastado.
Sin darse cuenta, la princesa un día despertó y se vio ataviada con los trajes del rey de reyes.
No se había percatado que día a día ella era igual a él.
Entonces, como el destino es indomable, tomó la riendas del caballo y partió a Sodoma a prisa, porque el destino apremia.
La fotografía?(tenía pensado poner otra, pero la historia de la retratada me enamoró por lo enigmático y trágico) Ella es Enriqueta de Favez. Famosa por ser la primera mujer en ejercer la medicina en cuba, y además, porque se vestía de hombre para poder hacerlo. Pero, fue encarcelada al descubrirse que se había casado con una mujer. Luego, separada de ella para finalmente ejercer la enfermería.