Cuando era pequeña me gustaban los hombres rubios.
Rubios y con los ojos verdes, como si esperase al príncipe azul.
Era muy católica y mi familia y los amigos siempre fueron lo primero.
Se podría decir que era feliz.
Luego, el rey de reyes se tiró al piso. Su indomable capa de honor y belleza se manchó de vergüenza y engaño.
Entonces desperté del sueño del que las niñas no deben despertar.
Yo desperté de golpe, como si Dios me hubiera tirado un escupitajo al rostro y se hubiera reído de mis aspecto.
Sí, si yo hubiera sido Dios también me hubiera reído.
¡Cómica yo y todo lo que he amado!
Todo se mancha de barro y engaño…
Ya quisiera conocer a alguien que jamás haya pronunciado una mentira ni dañado a alguien que le amase…
Yo lo he hecho. ¡Cuánto dañé e injurié a quienes me amaron!
Pero si no lo hacía, jamás me habría sanado.
Cuando alguien nos apuñala, nosotros tomamos ese puñal y lo levantamos en contra de algunos inocentes, castigamos al puro por los errores del insano.
Insano amor que me dejaste el corazón manchado de sexo y sangre…
Ahora tengo las manos agrietadas por tratar de atraparte.
El rey de reyes volvió del embrujo al que había caído cuando viajó a Sodoma…
Pero la princesa estaba ya muy crecida como para caber en su regazo.
Así que la niña se quitó el vestido de tul rosado y deshizo el peinado de bucles.
Se cortó el cabello muy corto y lo tiñó oscuro, se vistió de príncipe y montó a caballo con las piernas abiertas, sin temor del qué dirán, porque su rey de reyes ya había ensuciado bastante el apellido.
Y se hizo fuerte y soberbia. Se mancho del mismo barro que usaban los cerdos. No había más que trabajar la tierra que el rey de reyes había deshonrado, con el espíritu virilizado levantó el reino devastado.
Sin darse cuenta, la princesa un día despertó y se vio ataviada con los trajes del rey de reyes.
No se había percatado que día a día ella era igual a él.
Entonces, como el destino es indomable, tomó la riendas del caballo y partió a Sodoma a prisa, porque el destino apremia.
La fotografía?(tenía pensado poner otra, pero la historia de la retratada me enamoró por lo enigmático y trágico) Ella es Enriqueta de Favez. Famosa por ser la primera mujer en ejercer la medicina en cuba, y además, porque se vestía de hombre para poder hacerlo. Pero, fue encarcelada al descubrirse que se había casado con una mujer. Luego, separada de ella para finalmente ejercer la enfermería.
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