Nunca me han gustado mis cumpleaños. Inevitablemente se vuelve un duelo por los saludos que no recibiré, de aquellos, los que se han marchado.
Ahora más que nunca recuerdo que soy un tren, y los pasajeros, suben y bajan...
Suben y bajan dejando olvidadas una que otra maleta llena de intimidades, de sonrisas, de llantos...
Viajar en tren es toda una odisea, este tren, es terrible...
Ahora, no quiero apagar velitas de cumpleaños, no quiero nada. Mejor cerrar los ojos y dormir hasta mañana, cuando el 4 de mayo habrá pasado al olvido, con sus festejos y saludos de gente, que a veces, ni me importa tanto.
2 comentarios:
A mí me gustan los trenes.
Y creo que quien no llora tampoco sabe reír.
Y feliz cumpleaños, en la medida de lo soportable (:
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