A la gente le gusta sentirse segura de lo que le rodea, sino, acaban llenándose de preguntas y temores que al no poder aceptar, evitan.
Bien, hice el siguiente experimento:
Mezclé dos conceptos “aparentemente” opuestos. Tomé la figura de un hombre y un ícono femenino y los uní en un lienzo. La cosa quedó más o menos así: una acuarela donde está dibujado y pintado el cuerpo completo de un hombre, visto desde la espalda.El factor conflictivo es que está desnudo y lo único que porta son zapatos de tacón amarillo con un fondo degradado en rojo. Luego, coloqué la acuarela en un lugar bastante visible.
¿resultado?
Una familia que moraliza la acuarela y que me llenan de preguntas por una simple imagen.
Más o menos a ése ámbito iban dirigidas las quejas.
A mí la acuarela me encanta, yo amo lo ambiguo, lo poco clasificable, lo que no puede definirse en simples palabras. Para mí es morbosamente exquisito ver a un hombre con tacones.
Me habían dado ganas de poner la acuarela que pinté aquí en el blog, pero debo admitir que me da una lata terrible escanearla, así que en su defecto, pongo la foto que me inspiró a pintar la polémica acuarela. Es un modelo, favorito del diseñador Karl Lagerfeld, el cual está obsecionado en fotografiarlo desnudo (en poses que marquen y denoten su masculinidad), pero vestido con tacos o trajes femeninos.
Se metió a un callejón el maricón. Estaba muerto de miedo y con las manos frías. Un cuchillo en el cinto era su mejor amigo, más que la vieja Lucía que le vendía los cigarros y le fiaba, a veces, una cajita de vino. Apareció Vicente, tan gallardo él con su pinta de obrero limpiecito y sus panfletos en el bolso de cuero gastado. Un beso rápido, un abrazo demasiado apresurado, una muralla manchada. Las serpientes cayeron exhaustas luego de la manipulación. Mustios los miembros, se abrazaron un rato sintiendo como la respiración se les calmaba. - ¡Maricones de mierda! ¡fletos culiaos! –dijo el tipo de verde. Un dolor en la cabeza, una nariz está sangrando. Ahora los cuerpos reposan abrazaditos, hueso con hueso. El amor y la carne hecho polvo sin identidad en el peladero sin nombre ni dirección.
La carta eterna
Yo estoy bien. Lucho, me dijeron que cuando salió el bus, llevabas la bufanda verde que te tejí en el otoño pasado. Quiero pensar que no has pasado hambre ni frío, quiero creer que la piel, magullada de resistencia, no se marchitará más. Así, cuando regreses, no veras en mí una bolsa arrugada. Quiero que cuando vuelvas, me veas tan bonita como cuando nos conocimos. ¿Te acuerdas? Tú andabas con esa chaqueta que a mí me daba tanta risa, y yo tenía esa manía por comerme las uñas. A todo esto… He comenzado a comerme las uñas otra vez. Mi mamá murió de un infarto, es que se llevaron a mi papá… Dijeron que andaba metido en grupos comunistas, yo no sé, él sólo iba a trabajar. Lucho, mi amor, no vuelvas… No vuelvas ahora. No importa si lloro, da lo mismo si me como las uñas. Todo valdrá la pena, para que cuando regreses nos volvamos a enamorar. Me siento un poco tonta ahora, Lucho. Llevo en mi escritorio un montón de cartas escritas para ti. Pero lo más patético, Lucho, es que no tengo tu dirección, y que tú ya hace meses desde que partiste, no me has mandado ninguna carta… Aguantaré, Lucho, no me dejaré caer. Hasta que reciba una carta tuya, yo seguiré escribiendo, hasta que la cordura me abandone y los dedos me hagan caso. Te amamos: tus hijos y yo.
La bufanda de la bonanza
Los pararon a todos en una fila. Estaban llenos de moretones y silenciosos: algunos por miedo, a otros les habían cortado la lengua. Uno que otro mojó sus pantalones, el olor era insoportable, menos mal que estaban en campo abierto. Luis cerró los ojos. Atrapó entre sus manos la bufanda verde que le había tejido la Menche, y con la fuerza de su imaginación, volvió al momento exacto cuando por primera vez hicieron el amor. Luego, el balazo final y el cuerpo que cayó como saco de papas.
Estos cuentos los escribí el año pasado en la universidad. Hoy los pillé por ahí y me gustaron. Son algo tristes, pero es que... ¿Acaso hay recuerdos felices de la dictadura en Chile?
Me hubiera gustado no haberme enterado jamás. Hubiera sido demasiado dulce el aún amarte…
Me encantaría colgarme de aquel cuello, el más fragante y tibio de todos.
Me gustaba tanto cuando me abrazabas hasta dejarme sin aliento…
Te lloro porque hoy estás tan muerto…
Tan desaparecido y aún no te supero… Te amo tanto desde el fondo de mis recuerdos… Me duele, lastima y quiebra esta añoranza de tu voz sabia y tus últimos ruegos…
Quisiste no morir en mí… Pero tú mismo cavaste aquella tumba que hoy tiene más de dos metros de tierra encima… Tiene metros de años pasados, de abrazos no dados, de caricias tímidas…
Quiero tu voz diciéndome que soy tuya… Quiero que ahuyentes a los hombres que quisieran acercárseme. Quiero sentirme tan amada por ti como era antes…
Quiero, quiero, quiero tanto de ti, del difunto hombre que fue el primero siempre… Ver al impostor que ocupa tu puesto me duele… Siempre me dueles, siempre me dolerás…
Si pudiera retroceder el tiempo me tiraría a tus pies a pedirte que no me traicionaras, que recordaras antes de besarla que tienes mi boca y mis bracitos para suplir lo que te falta…
Que dolor más grande en la garganta… Es esta añoranza de tu presencia tan alta… Me cuesta respirar y continúo, porque aunque me quema escribir estas palabras, si no lo hago me ahogaría…
Yo, que quería entregarte el alma en cada abrazo y cada beso… Eras el único entre mis púberes rezos.
Hoy no creo en Dios y tú estás muerto. Aunque tu suplente hace un buen trabajo, jamás será como tú… Tú que me ardes en los recuerdos… Tú que lastimas conesta añoranza que te tengo…
Jamás volviste… Ni es sueños. Me dejaste tan abandonada que me costó años ponerme en pie… No sé cómo el mundo puede seguir girando si tú no estás… Pareciera como si solo yo no pudiera vivir sin ti. Quizás es culpa de tu suplente que mantiene engañado al mundo con esa apariencia tan parecida a ti.
Solo yo noto que no es como tú, que apenas se parecen… Porque el suplente tiene esa aura de mediocridad que le sigue a todos lados, y tú… Tú eras tan brillante que me costaba un esfuerzo sobrehumano el dejar de mirarte…
Que dolor… Que añoranza de ti. No tengo lugar a donde ir a dejarte flores… Honro tu memoria sólo con los recuerdos que me quedaron de ti: tu abrazo tibio, tu perfume suave, tu voz tan sabia.
Si no hubiera sido tu hija, te habría amado en plenitud.
Ahora el impostor escucha música en el primer piso… Quizás en qué lugar abstracto andarás… Brillando como un Dios, iluminando lo que miras. Ojalá reencarnes algún día y nos volvamos a encontrar. Hasta ése día, un beso y un abrazo más las palabras que siempre te repetía al oído. No las escribiré, porque no son ni del suplente ni para el mundo, solo para ti.