domingo, 12 de septiembre de 2010

0.08 AM

Está tu pecho abierto de primaveras olvidadas,
nunca antes tu sonrisa tuvo más sentido.

La boquita pequeña y deliciosa en aquél rictus ofendido,
quiero ver más de tu cuello eterno.

Quiero el mar, y lo quiero contigo.
El agua salada y fría que nos despertará del ahora.

No quiero sentir el tiempo para así no olvidarte,
congelaré la primavera de tu pecho para no volver a olvidar la flor del cerezo.

Oprime el gemido escandaloso,
acalla el silencio desesperante de tu vervorrea.

Si con nombrar a Dios, él existe.
Quisiera nombrar al amor a ver si se hace realidad.

No hay comentarios: