Tengo un leve ahogo en la garganta. Una pequeña molestia en el pecho.
Pese a lo trágico de la situación, atesoraré este dolor como algo hermoso, sublime, sincero.
Como esa sinceridad que me pides enrabiadamente, y que aún me cuesta o quizás no pueda entregarte.
Me cuesta tanto abrir las puertas hacia mi interior… Que me lo pidas me llena de frustración, de ahogo, me desespera. Porque no quiero que veas los remedos que me conforman, la materia vacua y poco atrayente de la que estoy hecha.
No quiero que sea como fue antes. No quiero que, como otras personas, me sostengas para no caerme. No quiero que llenes el piso helado de flores para mis pies. No quiero, en verdad, que me regales el mundo. De ti no quiero esa inmensidad imposible, no quiero sueños que se vayan a desvanecer.
De ti quiero la realidad de un suelo frío. Quiero caerme y levantarme contigo. Quiero que caminemos por senderos bien iluminados. No quiero que me entregues mentiras para hacerme sonreír. Prefiero que me digas verdades venenosas.
Dame bofetadas en vez de caricias insidiosas. Prefiero, pese a todo, la realidad cruel al sueño frágil.
Tengo un leve ahogo en la garganta. Una pequeña molestia en el pecho, y me encanta. Porque eres dueña del barómetro de mis sentimientos.
Confirmación de lo intangible, dolor lleno se sentido.
Se me acaban las palabras, ya no me sirven para expresar lo que siento.
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