Estás hecha de la luz diáfana de las farmacias,
Caminas entre las vitrinas con sutileza y humildad,
Tu boca sonríe por capricho de los músculos…
Tu cadera se contornea porque te sabes observada.
Mis ojos, sombríos y apagados,
Con ojeras groseras que te ofenden,
Te observan.
Me sonríes, ¿qué más podrías hacer?
Yo desvío el rostro, desvío los pensamientos,
Tiemblan estas manos que podrían arañarte.
Tú y tu figura se alejan con despreocupación.
Los tormentos de tu cuerpo me los guardo para mí,
La sonrisa que no te di, quizá te la de en sueños,
Y el beso que quedó en la iniciativa, a otra lo daré.
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