Si cierro los ojos lo veo todo, como si ya hubiera pasado, como si la marca de tu beso en mi espalda aún estuviera tibia.
Me tiras contra la pared, choco incómodamente, tu rodilla irrumpe groseramente entre mis muslos y masajea con insistencia la humedad que se asoma a través de la ropa interior.
Siento que si no te beso se me irá la vida, así que me agarro a tu boca como si fuera a través de ella por donde respiro. Si no fuera por tu lengua yo seguiría siendo una mujer monótona y fría.
Quiero desgarrar cada célula de tu piel, entrar por tus poros para colarme en tu torrente sanguíneo. Envenenarte toda con caricias maliciosas en tu espalda. Que ya no puedas resistir la pared que forma la tela de nuestras ropas, que seas revolucionaria y mueras por derribar cada muro de fibra que nos separe.
Mis piernas están abiertas, yo te quiero ahora, tómame con violencia si quieres, que a mí ya no me importa perderme en el laberinto de tu sexo.
Quiero tironearte el pelo delicadamente, insinuarte tantas cosas y sentimientos, susurrarte mil suspiros y quejidos en la oreja. Que sé que te enciende verme disfrutar. Y yo te complazco, yo me retuerzo bajo tu cuerpo, yo me quejo, sudo, contorsiono, que la delicia de tus dedos en mi rubí es demasiado, porque el silencio no va acompañado del sexo. Sexo silencioso es como una caricia sin intención.
Méteme los dedos, sin preámbulos, que me duela, ya te dije antes que no me importa, mientras me beses constantemente, yo estaré sedada. Procura poner el volumen de la música muy alto, que yo no quiero escatimar en ruidos. Yo quiero que me cojas escandalosamente, pervertidamente, sin pudor ni vergüenza.
Ahora me toca a mí, déjame girarte. Quiero morderte la piel de la espalda y que te duela un poquito. No te hagas la difícil, que necesito saciar esta hambre de piel que me nace cuando te veo.
Un, dos, tres. Quiero fundirme contigo. Quiero pegarme y frotarme a tus piernas, a tu cuello, a tus pechos.
Vamos a tomarnos todo y fumarnos hasta los pensamientos. Que ya no hay nada más que razonar. No pienses, aléjate de la cordura. Yo me encargaré de provocarte, de que pierdas la noción del tiempo, del cuerpo.
Nos vamos a volver diáfanas y tibias en esa delicia exuberante que es perderlo todo en una explosión de fuego. Que ya no nos quedará nada que nos ate a la tierra, cortémonos los pies para así volver a lo esencial y olvidarnos de la ley de gravedad.
Salud y provecho, que con esta cena quedaremos satisfechas.
1 comentario:
Y ahora? Tengo cara de susto :3
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