Donde quiera que estés,
recuérdame.
Así, como sea que quieras,
sin mayores adornos
más que los adornos que me ponía para ti.
Si tan solo pudieras,
si quisieras,
mirarías hacia atrás y tratarías de enmendar el daño ahora.
Pero tú ya estás ciego,
tan ciego que
no tiene caso pedirte milagros.
Donde quiera que estés,
no mires hacia atrás,
porque no puedes, porque te dolerá.
Yo aún puedo hacerlo,
no estoy tan ciega ni uso una máscara que me corroe los ojos,
yo miro,
para temblar,
para recordar,
que el corazón se arrebató tanto,
porque
tiempo atrás hizo más que solo bombear sangre a todo mi cuerpo.
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