jueves, 25 de noviembre de 2010

Quiero

Quiero gritar tan fuerte y alto que nadie sea capaz de producir sonido sobre el mío,
quiero darte la espalda y que no hagas berrinches,
porque no me gustan las pendejas y tú ya te has vuelto un poco molesta,
quiero decirte algo cruel que borre tu sonrisita de una vez por todas,
quiero hablarte de tus defectos sin que te defiendas,
que me dejes destruir la estructura de tu defenza y así pueda romperte las piernas.

A veces recuerdo lo que ella me dijo,
tan fugaz y repentino que su rostro pareciera dejar una huella en la arena que luego borra la marea del momento.
Sus palabras resuenan ahora y tienen demasiado sentido,
es la inconsistencia de tu personalidad lo que me perturba, lo que me inestabiliza, lo que me molesta.
Soy sincera al decir que me gustaría dejarte atrás, darte la espalda y que no me digas nada,
que te quedes ahí para que luego formes parte del pasado.

A veces me eres tan irritante que tengo que pararme y tomar aire,
lejos de tu perfume dulce,
lejos de tus palabras a veces ácidas,
le haces completo honor a tu carta astral.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Anécdotas

Tenías unos ojos tan brillantes,
que no parecían los de una mujer que ha vivido más de treinta años.

domingo, 21 de noviembre de 2010

2:27 AM

Donde quiera que estés,
recuérdame.

Así, como sea que quieras,
sin mayores adornos
más que los adornos que me ponía para ti.

Si tan solo pudieras,
si quisieras,
mirarías hacia atrás y tratarías de enmendar el daño ahora.

Pero tú ya estás ciego,
tan ciego que
no tiene caso pedirte milagros.

Donde quiera que estés,
no mires hacia atrás,
porque no puedes, porque te dolerá.

Yo aún puedo hacerlo,
no estoy tan ciega ni uso una máscara que me corroe los ojos,
yo miro,
para temblar,
para recordar,
que el corazón se arrebató tanto,
porque
tiempo atrás hizo más que solo bombear sangre a todo mi cuerpo.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Fiera


Soy como un animal que camina sigiloso por la selva.

Tengo hambre , busco una preza.

Cuando encuentro lo que quiero observo un buen rato,

Me gusta cuando mi preza nota mi presencia, cuando sabe que mis ojos están sobre él.

Dos pasos, tres, cuatro,

De un zarpazo te quito el aliento

Se derrumban los escudos, sonrío, tengo hambre.

Me alimento, tomo lo suficiente, para quitar el hambre, jamás para empacharme.

Y así, abandono.

Pasan temporadas y temporadas, no necesito nada más que agua.

Y luego, el hambre:

Acechar, cazar, alimentarme,

Otra vez.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Otets i Sin


¿Hasta dónde puede llegar la profundidad del amor?
¿Qué tanto somos capaces de soportar la lejanía del otro, qué tan larga es la cuerda de la libertad?

Mientras la otra persona sigue su vida, nosotros vamos en descenso, hacía atrás, hacia el mismo fin.

- ¿Sabes lo que dicen los santos acerca del amor paterno?
- ¿Los santos? ¿amor? ¿estuviste leyendo? ¿dónde?
- El amor de un padre... Crucifica. Un hijo que ama, deja que lo crucifiquen. Ni siquiera comprendo el significado de eso...

Yo aquí sintiendo, palpitando, tratando de imaginar la magnitud de tu descontrol interno, queriendo abrazarte, besarte, y aún sabiendo que ésa boca no es la que quiero, que tu máscara, pese a ser impresionantemente bien hecha, no es tu cara, no tiene la rasposidad exquisita de tu barbilla sin afeitar, ni el rictus infantil antes de sonreír.

He aquí la crucificada, pendiente está mi resurrección, vago por nubes escandalosamente rojas, de ocaso, de recuerdos, de necesidad.

Aunque mire tu rostro, nada encontraré. Por eso te miro tan poco, me cuesta vivir con el impostor, anhelando al hermoso, sabiendo que no volverá, porque al crucificarme, te mataste.


Fotografía y cita en cursiva de la película Otets i Sin, del año 2003. Drama nebuloso y ensoñado de un sentimiento demasiado abrumador para darle un nombre, padre e hijo, amor profundo e intrincado.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Desahogo de Benjamín


  • - Dígame, ¿cuál es su necesidad de escarbar en heridas viejas y apenas curándose?
  • - Es por su prima, Inglaterra merece conocer a la mujer que dio tanto orgullo a su nación.
  • - Si Inglaterra supiera quien fue en verdad Agatha, creáme, no se enorgullecerían.
  • - ¿Tan oscura fue la vida de su prima?
  • - Oscura no, sino que demasiado colorida, los Ingleses se sonrojarían ante tan descarada mujer.
  • - Habla de ella con cierto tono rencoroso.
  • - Rencor jamás, quizás algo de molestia y hastío, pero jamás pude odiarla de verdad.
  • - Usted deja entrever matices de ella un poco oscuros.
  • - Agatha provocaba éso en la gente, provocaba amor-odio, fascinación-decepción, lujuria-calma, en fin... Provocaba tensiones.
  • - ¿Ha tenido amigos alguna vez señor Benjamín?
  • - Obviamente, como todo el mundo.
  • - No, no me refiero a los compinches de juergas o simples conocidos, me refiero a una persona a la que usted le cuente todo, sin tapaduras, sin vergüenza.
  • - ...
  • - Le dejaré mi tarjeta. Si necesita hablar con alguien no dude en venir a verme. Yo lo escucharé atento.
  • - Me escuchará sólo por saber de mi prima.
  • - En parte sí, soy sincero, pero también deseo conocerlo a usted.
  • - ¿Por qué?
  • - Porque me gustaron sus ojos.

Se marchó y me dejó congelado. Al cerrar la puerta de la casa me fui a la habitación de Agatha. Todo tenía aquél olor a encierro y olvido, a polvo y recuerdos. Me senté al borde de su cama, aquella cama llena de recuerdos calientes y dolorosos. Hundí mi cara en la almohada tratando de imaginar mi vida si ella no hubiera existido; pero fue en vano, todo lo que soy lo forjó ella, con sus garras, con sus besos, con su tremendo dolor que a veces yo tuve que llevar en mis espaldas, ayudándola a sobrevivir pese a la condena de su muerte. Cuando ella murió, me convertí en el heredero de sus recuerdos y sus estigmas. Llevo a cuestas lo que quedó de su vida y las sobras de la mía. Viviendo por vivir más que por algún motivo importante. Al menos lo que me consuela es que aún siento, aunque sea solo dolor, pero sigo sintiendo.

  • - Pensé que no vendría.
  • - Nunca tuve amigos de verdad.
  • - Lo comprendo con solo mirarlo.
  • - No entiendo.
  • - Usted, aunque tiene unos ojos hermosos, están teñidos de una tremenda soledad.
  • - Ha acertado mejor que mis asesores financieros.
  • - Si me lo permite, quiero tener su entera confianza.
  • - ¿Acaso no es de mi prima de quién quiere saber? Es de ella de quien escribirá su libro.
  • - Si quiero conocer a Agatha, también debo conocerlo a usted.
  • - ... ¿Sabe por qué lo ayudaré?
  • - ¿por qué?
  • - Porque tengo unas tremendas ganas de suavizar el peso que llevo de ella, ya me estoy agotando, temo algún día despertar y ver que he perdido la voz, así como ella.
  • - Su prima perdió la voz por un problema físico.
  • - Se equivoca, ella perdió la voz porque simplemente ya no tenía nada más que decir a las personas, y aunque me duela, ya no tuvo nada más que decirme a mí.
  • - Pero, Benjamín, si me permites llamarte por tu nombre, tú aún tienes mucho que decir, y yo, estoy a tu entera disposición para escucharte.


Benjamín... El de los ojos azul cielo y el cabello de rubio dorado.
Tengo una deuda tremenda con Benjamín. Apenas se le conoce, salvo por su belleza que atrae a todos sin distinción de género.
Ahora quiero pagar esta deuda, quiero que Benjamín hable al fin, para sanar, o quizás para recordar la que fui, ver la que soy, y presentir la que seré.

viernes, 5 de noviembre de 2010

3.00 AM

Pensar en ti me provoca dolor de estómago,
quiero librarme de ti,
pero aún
te veo en los rincones del mundo que compartimos,
como un fantasma,
como mi sombra,
como el hambre más terrible que he tenido.

Y ahora que se avecina el sueño,
sé que cuando cierre los ojos
aparecerás,
condenándome
deseandome
torturándome
con el estigma aún crudo de tus ruegos...

Y cierro los ojos,
tratando de no pensarte,
ilusamente dejando a un lado el tormento que me causas,
con tu ausencia presente,
con tu "no te olvidaré", que me carcome de amor y odio por dentro.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

03:06 PM

Quiero que me regales tu cabello,
también, te pediré prestado el escote y el aroma de tu cuello.
Si me permites, tomaré la tersura de la piel de tus piernas y la claridad perlada de tus nudillos.
Y además, te quitaré la boca ésa, tan dulce y de labios groseramente coquetos.

así, cuando encuentre otro u otra, le entregaré todos tus atributos para que los use, y tenerte una vez más, en otro cuerpo, en miles cuerpos.

En tantos cuerpos que, de tanto ir de mano en mano olvidaré la esencia de tus rincones tibios y húmedos,

olvidaré la esencia de tu risa que estalla, centellea, aún en mi cabeza.