martes, 19 de junio de 2012

Me masturbo con tu mano


En la tarde, mientras me masturbaba, pensaba en lo hermoso que sería
que mi mano, intrusa dentro de mi ropa, fuera tu mano.

Esa mano deliciosa y tibia, grande y abarcadora. Cómo me gustaría que atraparas mi pecho izquierdo, con tu mano, y me dejaras una huella imborrable en la piel.

Magúllame, con esa mano.

Descascárame las fantasías con esos dedos voluntariosos.

Mientras me masturbaba, en la tarde, pensaba en tu boca.

Boca pasiva.

Mueres porque atrape y muerda tu labio inferior.
Yo no solo quiero tu labio inferior, que por sí solo es el epítome de los labios que he besado, sino que también quiero tus hombros.
Tendré relaciones consecutivas y secretas con cada parte de tu cuerpo.

No quiero que tu boca se ponga celosa de tu espalda, ni que tus muslos me reclamen por la atención que doy a tu cuello. Hagamos un pequeño trato de no involucrar los celos.

(Aunque en verdad me excitaría, más, mucho más, que me celaras. Célame)

En la tarde, mientras, con fruición, me masturbaba, pensaba en ti.
No solo en ti, cariño,
Que tu cuerpo es el alimento y tu espíritu mi corazón.
Pensaba en tu alma, noble alma de color verde oliva. 
Por eso tienes manos tibias, porque tienes un dulce corazón.

Quizás un día prepare tu corazón a las brazas con ensaladas varias.
En verdad, realmente (me gustaría), comerme tu corazón.

Si pienso en ti se me aceleran los sentidos, cariño, la mano se mueve rápida e intrépida entre mis piernas. Quiero recordar exactamente el perfume de tu cuerpo.

El clímax es intenso… Me convulsiono aún después de acabar. Es delicioso sentirte a través del exorcismo de mi mano.
Mi mano, que trabaja por ser tu mano.
Mi mano que se proclama como tu mano.
Mi mano, que es tu mano.
.
De solo recordar (tu mano), me abrasa el deseo contenido.

Delicioso lo de hoy en la tarde, tú sabes, mientras me masturbaba (eso de sentir tu mano…). Comprendí que quizás tu mano, (santa mano), no me sabría tocar en verdad.

Me calienta más imaginarte e invocarte en el exorcismo de mi mano, que en verdad me tocaras.  La mente, poderosa, jamás igualará a la realidad, pero, nadie dijo que no es igual, o más, satisfactoria.

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