Por unos segundos miré su hombro…
Dentro de mí imaginé que sería blando y acogedor. ¡Qué
hombro!
Y ella habló… Habló de mis ojos y de mi rostro carente de
maquillaje.
No le dije mucho, en verdad le hubiera dicho todo, pero el
espacio no era propicio.
Curvó su preciosa boca en un rictus infantil de reproche.
Quise abrazarla como quien abraza a una niña,
pero sentí que si lo hacía
me desmoronaría.
Una semana más…
Una semana más y me permitiré
tormenta,
tornado,
terremoto,
tsunami,
emocional.
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