domingo, 8 de julio de 2012

3.17 PM

Tiene las manos siempre tan tibias...
Unas manos que podrían curar cualquier trizadura del alma.

Me habla de cualquier cosa,
yo no sé si escucho
o solo absorbo los sonidos
como bálsamo
que suaviza
las penas.

Quién diría que una boca,
de labios tan
inesperadamente finos,
sabrían besar
con una fuerza destructora.


Me gusta alejarme,
una y otra vez
estirar el elástico
de la distancia
para ver
cuánto te demoras
en atraerme con violencia,
con hambre,
con fiebre.

 Tú solo
dedícate a sonreír
y a seguir
prometiéndome
el mundo.
Que contigo
se olvidan
ciertos
escozores
que a veces,
no me dejan dormir bien,
o que ahora,
por ejemplo,
me tienen preocupada acerca
de torturar mi cuerpo
para olvidar lo interno.

Si sonríes así
yo
podría hasta olvidarme
de mí misma.

 Me hablas de
paraísos terrenales
y
olimpos
llenos de ambrosía.

Un día viajaremos,
a dónde nos lleve
la sustancia
de la que están hechas
las musas
de los griegos.




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