domingo, 22 de julio de 2012

6.00 PM

Estabas ahí,
desesperado frente a mí
diciendo:

¡Decídete!

y yo,
muerta de angustia
mirando tus ojitos
que tenían esa expresión
tan dolorosa.

Esas palabras ya me las dijeron antes...
Y si en su momento
no supe qué responder,
hoy tampoco puedo hacerlo.

Te tomé de las manos,
te acaricié el rostro.
No me mires así nunca más,
jamás vuelvas a poner
frente a mí
aquélla expresión.
Se me partió el alma
y al recordarla palpita otra vez
la angustia
y desesperación
que me transmitiste.

¡Estoy aquí por ti!

te calmaste.
Volvió tu mirada
a su normal estado
dulce
y
obnubilado
por mí.

 Aunque admito,
querido,
que aunque esos ojos
me mataron de angustia
al verse tan desesperados,
daría lo que fuera
por volver a verlos así,
arrebatados
por mí.


 

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