Ahora pienso ti
con una ilusión quinceañera
no apta para un corazón cuarteado como el mío.
Añoro estar entre tus brazos
con una nostalgia dulce del recuerdo reciente.
Hoy, que hace tanto frío, la ciudad se hace más grande y vacía.
Hay en mis ojos el fantasma de una necesidad cargada de añoranza.
Tú no perteneces a la ciudad,
no te quiero obligar a establecer en este frío
un espacio al cual fingir
pertenecer.
Ni siquiera en mi cuerpo
encuentras sosiego.
Mis pechos no han sabido calmarte el invierno de la distante mirada,
ni la opulencia de mis muslos el hambre del alma.
Y yo que me entrego a ti con tanta generosidad...
Germina en mí la angustia del amante desesperado.
No yo,
que yo de desesperación conozco solo la que surge en la intimidad,
cuando la piel se vuelve la barrera que no me deja tocarte más intimamente.
Sino que la tuya,
por no saber bien qué hacer,
por no comprender la profundidad,
por quizás no haberla practicado.
con una ilusión quinceañera
no apta para un corazón cuarteado como el mío.
Añoro estar entre tus brazos
con una nostalgia dulce del recuerdo reciente.
Hoy, que hace tanto frío, la ciudad se hace más grande y vacía.
Hay en mis ojos el fantasma de una necesidad cargada de añoranza.
Tú no perteneces a la ciudad,
no te quiero obligar a establecer en este frío
un espacio al cual fingir
pertenecer.
Ni siquiera en mi cuerpo
encuentras sosiego.
Mis pechos no han sabido calmarte el invierno de la distante mirada,
ni la opulencia de mis muslos el hambre del alma.
Y yo que me entrego a ti con tanta generosidad...
Germina en mí la angustia del amante desesperado.
No yo,
que yo de desesperación conozco solo la que surge en la intimidad,
cuando la piel se vuelve la barrera que no me deja tocarte más intimamente.
Sino que la tuya,
por no saber bien qué hacer,
por no comprender la profundidad,
por quizás no haberla practicado.
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