Vi aquél beso,
osado,
profundo,
íntimo.
Esas manos
deliciosas y delicadas
tocando levemente,
y por sobre la ropa,
los pechos que chocan entre sí
con firme pasión.
Dentro de mí
dolió algo recóndito,
que no puedo ubicar perfectamente,
pero que tengo claro
donde está.
¿Dónde estás?
Las bocas
de barbillas suaves
se besaron con hambre.
Recordé tu boca,
o quizás,
más específicamente,
invoqué tu boca
en todas las bocas
femeninas.
Te atrapo
y te dejo ir.
No tengo fuerza en los brazos
para sostener
espíritus débiles.
Me gustan las manos bonitas,
bonitass y de uñas pintadas
de color piel.
Esas manitos,
femeninas,
deambulaban temerosas
pero
inquietantemente
presurosas
de terminar con la angustia
del deseo.
Paramnesia, querida.
Todo se reduce
en aquél
incómodo palpitar
de mi entrepierna,
que clama mis manos,
pero al que me niego
a responder.
Porque no quiero mis manos,
no.
Quiero las tuyas.
Si no,
no.
osado,
profundo,
íntimo.
Esas manos
deliciosas y delicadas
tocando levemente,
y por sobre la ropa,
los pechos que chocan entre sí
con firme pasión.
Dentro de mí
dolió algo recóndito,
que no puedo ubicar perfectamente,
pero que tengo claro
donde está.
¿Dónde estás?
Las bocas
de barbillas suaves
se besaron con hambre.
Recordé tu boca,
o quizás,
más específicamente,
invoqué tu boca
en todas las bocas
femeninas.
Te atrapo
y te dejo ir.
No tengo fuerza en los brazos
para sostener
espíritus débiles.
Me gustan las manos bonitas,
bonitass y de uñas pintadas
de color piel.
Esas manitos,
femeninas,
deambulaban temerosas
pero
inquietantemente
presurosas
de terminar con la angustia
del deseo.
Paramnesia, querida.
Todo se reduce
en aquél
incómodo palpitar
de mi entrepierna,
que clama mis manos,
pero al que me niego
a responder.
Porque no quiero mis manos,
no.
Quiero las tuyas.
Si no,
no.
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